¿Será que sí tengo talento para algo?

Por Juan Nájera Coto

Las personas creemos que no tenemos talentos. Es una de las cosas más tristes del comportamiento humano. O tal vez, reconocemos que sí los tenemos, pero no debemos hablar nunca de ellos: es algo de mal gusto. No obstante, el entorno nos enseña desde muy temprano a reconocer las fallas de los demás y las propias, y a criticarlas sin piedad.

Es más, cuando una persona habla abiertamente acerca de sus capacidades y sus virtudes, inmediatamente se la califica como engreída, en lugar de reconocer objetivamente y admirar sus capacidades. Es un poco absurdo, ¿no les parece? Dependemos más de la opinión de los demás que de la propia. Si todos los periodistas dicen que un jugador es brillante, estamos de acuerdo; pero si el mismo jugador lo dice, empieza a ganarse enemigos…

Definiendo la palabra «talento»

Talento, según el Gran Diccionario de la Lengua Española Larousse, es la capacidad o aptitud para realizar una actividad concreta. Proviene de la palabra griega tálanton, que es el plato de una balanza que se usa para colocar un objeto y calcular su peso. Una práctica común, aún hoy en día, es calcular el valor de algunas cosas según su peso, y el término empezó a usarse para describir los valores que tienen las personas para hacer ciertas tareas.

En el programa de (Re)Definición de Carrera que ofrecemos en Bizancio Consultores, entendemos por talentos las capacidades innatas que tiene la persona, que se pueden desarrollar en una destreza superior.

Los talentos se empiezan a demostrar desde que somos muy niños: hay personas que tienen un talento especial para atender a los demás, otros son buenísimos para construir cosas, otras personas parece que nacieron sabiendo dibujar, o son increíbles en ciertos deportes, o para el manejo de cualquier aparato electrónico.

Ahora, saber cuáles son tus talentos no es suficiente. Estamos claros que el primer paso es reconocerlos, para después considerar qué se puede hacer con ellos, es decir: desarrollarlos en destrezas superiores. 

En mi experiencia como músico, he visto a muchas personas que tienen un gran talento para tocar un instrumento, pero no lo entrenan, no lo educan ni adquieren información, o practican lo necesario para llegar a ese nivel superior, y entonces decimos con toda la razón que esta persona está desperdiciando su talento.

En síntesis, para que el talento sea verdaderamente útil hay que reconocerlo, y después estar dispuestos a trabajar para que se convierta en una posibilidad de subsistencia. Tenemos que desarrollar las capacidades hasta ser competentes, y el secreto de la competencia es: observar, aprender y practicar. Así es como nos volvemos realmente capaces de hacer “magia”, cada uno desde nuestra área de potencial.

Despertando nuestros talentos

Conforme vamos creciendo, el entorno va invalidando esos talentos de cierta manera. La escuela hace una buena parte del trabajo, con sus sistemas cuadrados que intentan producir estudiantes con cualidades en común, y rara vez destacan lo que les hace diferentes.

Lo demás lo hacen los seres queridos, muchas veces involuntariamente. Lo peor de todo es cuando nosotros mismos empezamos a estar de acuerdo con esas invalidaciones, y abandonamos nuestras capacidades naturales para ser “normales”. Si esto resuena en vos, ¡llegó el momento de volver a abrazar con cariño todo eso que te hace excepcional!

Invariablemente, las personas con las que he hecho el programa destacan que no pensaban que tenían tantos talentos, y estos les sube muchísimo su sensación de realización; se dan cuenta de que pueden ser capaces de muchas cosas, y su panorama se amplía. De pronto ya no se sienten condenadas a hacer lo mismo de siempre, y ese es el primer paso para que sus sueños se hagan realidad. 

Vos no sos la excepción, aunque creas lo contrario en este momento. ¡Date la oportunidad de admirar tus talentos como los admiras en tus héroes de carne y hueso!

Algunas preguntas para encontrar nuevamente esas capacidades que están dormidas son: ¿Cuáles son las cosas que haces muy bien en la escuela, en el trabajo, o en tu casa? ¿Cuando eras niño, que cosas podías hacer muy bien? Si tenés pasatiempos: ¿qué haces muy bien de esos pasatiempos? 

Tomá el tiempo para disfrutar tus talentos, porque son cosas que nadie te puede quitar. Son tuyos. Ninguno es insignificante, todos se pueden convertir en una actividad que alguien a tu alrededor necesita. No hay capacidad que no se pueda aprovechar, aunque muchas personas te hayan dicho que es una pérdida de tiempo, o te hagan hecho sentir inútil. ¡Simplemente no estés de acuerdo!

Puede ser que lo tuyo sea entretener a las personas, o escribir historias, actuar en un escenario, construir un rascacielos, o salvar la vida de una persona con un bisturí. De cualquier manera estarás haciendo mejor la vida de alguien más, y eso es lo que verdaderamente cuenta.

Las capacidades que se pueden desarrollar son únicas, así como tu personalidad y los propósitos que, consciente o inconscientemente, estás intentando lograr en la vida. Estas tres cosas son las bases que debes conocer y desarrollar para ser brillante y exitoso en cualquier cosa que decidas hacer, ya sea por diversión o por trabajo, o mejor aún, si logras unir esas dos cosas.

Spasiva

36552245_1898019796923424_356526278918012928_n Con motivo del Mundial de Fútbol de Rusia 2018, han surgido muchas imágenes en redes sociales que con seguridad tenemos presentes. Luego del gran juego entre Bélgica y Japón en octavos de final, empezó a circular en redes sociales esta imagen. En medio del dolor por su eliminación después de un verdadero encuentro de clase mundial, los jugadores japoneses dejaron impecable el vestidor en el que se encontraban, y como si eso no fuera poco, dejaron un cartel con la palabra «spasiva«, que significa «gracias» en ruso. Con seguridad, muchos de nosotros preferiríamos seguir teniendo a este equipo en la cita mundial, que a otros que han hecho mucho menos méritos deportivos y de relaciones públicas en Rusia. ¿Qué podemos aprender de esto?

Los secretos del intercambio

La vida es un intercambio continuo con todos lo que nos rodea, ya sean personas, la naturaleza u otros objetos, y este intercambio tiene ciertas reglas que pueden garantizar la supervivencia, o bien el retiro de todo apoyo que recibiríamos. Esto es cierto para una persona, para un equipo de fútbol o para una empresa de 500 personas, y todo se basa en el tipo de intercambio en el que estamos basando nuestra operación. Existen cuatro (4) tipos.

A continuación, una breve explicación de cada tipo de intercambio:

  1. Intercambio Criminal: este suena un poco extraño, pero aún así es un tipo de intercambio. Yo te doy algo y vos no me das nada a cambio. Es el mecanismo del robo, ni más ni menos. Las personas que utilizan este intercambio como base de su operación están destinadas a sucumbir rápidamente.
  2. Intercambio Parcial: este tipo de intercambio es bastante común en nuestra sociedad y en nuestras relaciones. Yo te prometo un producto con ciertas características, pero te doy un producto similar al prometido con una calidad menor. Con este tipo de intercambio podemos mantenernos a flote por un tiempo, pero la supervivencia no dejará de ser algo provisional. El intercambio parcial es en verdad un engaño.
  3. Intercambio Justo: yo te doy exactamente lo que te prometí, ni más ni menos. Este intercambio es muy bueno, pero no garantiza la plenitud ni un verdadero crecimiento considerable.
  4. Intercambio en Abundancia: yo te doy mucho más de lo que esperabas de mí. Esto no quiere decir que te di más producto, o que te di un descuento, necesariamente. No significa que le quité valor a cualquiera que fuera el producto. Quiere decir exactamente que te di más de lo que esperabas. Contrario a lo que predican algunos «gurús», o a lo que podemos observar en el comercio de bienes y servicios todos los días (más alineados con el intercambio parcial porque aparentemente este garantiza el éxito, o porque los grandes esfuerzos no valen la pena), el Intercambio en Abundancia  es el único que verdaderamente garantiza la supervivencia y expansión de cualquier negocio, de cualquier proyecto.

Estoy seguro que todos podemos pensar en situaciones que hemos sido víctimas, o incluso peor, hemos entregado con base en los tres primeros tipos de intercambio. ¿Cómo nos hemos sentido después de recibir o entregar según esos tipos?

Ahora enfoquémonos en el Intercambio en Abundancia. ¿Cómo te has sentido cuando recibís más de lo que esperabas en un restaurante, en el supermercado, con el mecánico? Te dan ganas de volver, ¿verdad? ¿Qué reacción obtenés de tus clientes cuando les das algo positivo que ellos no esperaban?

Lo que refleja la imagen del camerino de la selección japonesa no es más que la descripción gráfica de un Intercambio en Abundancia, que a todo el que la mira le llega al corazón. ¿A quién no le gustaría tener huéspedes así en su casa? Posiblemente habrá muchas personas que te digan que no vale la pena, o que no seas tan «sapo» (como decimos en Costa Rica despectivamente a las personas que dan más de lo que se espera). Cualquier persona que te diga eso, está reconociendo su propia incapacidad para entregar en abundancia. ¡Sí vale la pena dar más de lo que se espera, siempre!

Y vos: ¿estás listo para entregar en Abundancia en todos tus intercambios con tu familia, con tus clientes, con tus amigos? ¡Que te recuerden siempre por tus buenas intenciones y tu buena imagen!

¡Compartí tus buenas experiencia de Intercambio en Abundancia en tus comentarios, para que todos aprendamos!

Para empezar

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Ningún comienzo es fácil, y eso todos los sabemos, ya sea que alguna vez quisimos ponernos a dieta, hacer ejercicios, ahorrar un poco de dinero… Lo más común es que un nuevo camino esté lleno de obstáculos, mucho de ellos de pronto auto-impuestos. ¿Cómo saber qué hacer, o incluso encontrar una motivación para lanzarse al vacío?

Mantenerse con la motivación al tope no siempre es posible, pero hay maneras de recargar las energías y volver a encontrar el propósito que nos movió en primer lugar.

Si por alguna razón nos encontramos queriendo iniciar algo nuevo, eso es un indicador maravilloso. ¡Eso quiere decir que no estamos satisfechos! Nos hacen creer que debemos conformarnos con lo que tenemos y estar agradecidos con eso. Nada más lejos de la realidad. Incluso podemos pensar en iniciar nuevos proyectos sin dejar de lado los que ya están en marcha.

Querer cambiar una situación, una relación personal, un trabajo, el estado de las finanzas, es muy sano, pero hay que reconocer en primer lugar qué cosas dependen de mí y que no. Primero arreglemos lo que dependa de nosotros, y después le buscamos solución a lo demás.

Todo se puede solucionar, pero eso no sucede por arte de magia. Aquí hay varias cosas que podemos hacer:

  1. Valorar la situación objetivamente, sin hacernos la víctima. Asumir responsabilidad por uno mismo y por el entorno es vital.
  2. Reconocer con humildad en lo que estamos fallando, y reforzar la disciplina para enderezar nuestra conducta.
  3. Intentar ser la persona que admiramos por su comportamiento. Hace unos días vi una imagen en redes sociales que decía: «Conviértete en el líder que tú seguirías.» ¡Convertite en la persona que vos admirarías!
  4. Si nadie puede ayudarte, entonces ayudá a alguien más. Esto nunca falla, y de hecho ha sido el mantra para muchas personas que se han convertido en personajes verdaderamente famosos.
  5. Encontrá tu área de interés, buscá un libro, y estudiá por tu cuenta. No hay ningún tema incomprensible si tenés un buen diccionario a la par. Incluso, con los recursos del mundo moderno, no hay excusa para no indagar más allá.

De hecho, ningún emprendimiento que verdaderamente valga la pena ha iniciado con producir riqueza como su objetivo principal. Las grandes empresas, que ahora admiramos, iniciaron porque alguien tenía el deseo de hacernos la vida más fácil a los demás, e incluso muchas iniciaron sin hacer una inversión para comenzar. ¿Qué es más importante para dar el primer paso: una idea y el conocimiento, o cierta cantidad de dinero? Tampoco se trata de empobrecernos para arreglarle la vida a otros. El principio vital para cualquier actividad económica que aspira a perdurar, es que debe ser viable. Y hay conocimientos específicos que aplicar para lograr este objetivo. No sucede únicamente con buenas intenciones.

¿Qué tal si nuestra idea de negocio parte del impulso sincero por ayudar a los demás, por mejorar el Mundo?

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